El Cadejo Blanco
En la penumbra de la noche nicaragüense, entre sombras y leyendas, camina el Cadejo, ser mítico que divide su esencia entre el blanco y el negro, entre el bien y el mal. En esta dualidad, se entretejen relatos que han perdurado a lo largo de generaciones, narrando las experiencias de aquellos que han cruzado caminos con estas entidades sobrenaturales.
El Cadejo blanco, guardian de las noches solitarias, emerge como un espíritu benévolo, protector de los caminantes nocturnos. Don Sergio, desde el barrio El Calvario de León, comparte su encuentro con este ser mientras salía después de disfrutar de unos tragos de cususa. Para él, el Cadejo blanco es un guardián que, imbuido de bondad, vela por la seguridad de aquellos a quienes acompaña.
Desde el barrio Guadalupe, más testimonios tejen la trama misteriosa de este ser. Doña Mariíta, anciana de 93 años, comparte la historia de su padre, quien fue acompañado por el Cadejo blanco en sus travesías nocturnas. Este misterioso perro espectral, invisible para algunos, se revela a quienes están destinados a ser protegidos, guiándolos en la oscuridad de la noche.
La narración de Doña Argentina Barcia añade otra capa al mito del Cadejo blanco. Su padre, dedicado a trabajar en la compra de ganado y cerdos, era acompañado por este ser en sus recorridos. La conexión entre el Cadejo blanco y la vida de su padre se torna aún más intrigante cuando, tras su trágica muerte a manos de ladrones, el perro desaparece misteriosamente.
El Cadejo Negro
Sin embargo, en este universo de dualidades, también emerge la figura del Cadejo negro. Don Paulo Silva, con sus 98 años, desde el barrio de Sutiava, desvela la existencia de dos formas de Cadejo. El blanco, benevolente, y el negro, malévolo. Don Paulo comparte la tragedia de Bacilio, un joven trasnochador que fue víctima del Cadejo negro, encontrado sin vida en la esquina de los billares Darce.
La narrativa del Cadejo se convierte así en un reflejo de la eterna lucha entre el bien y el mal. En cada rincón de Nicaragua, estas leyendas persisten, recordándonos que en la oscuridad de la noche, el bien y el mal caminan a nuestro lado, representados por los guardianes míticos que son el Cadejo blanco y su oscuro contraparte.